En el número 18 de la
calle Jesús de Monasterio de nuestra ciudad, existió un pequeño negocio que se
presentaba como armería y cuchillería. Sin
embargo, debía tener un fondo suficientemente amplio, pues en ese local se
fabricaba también material quirúrgico y material para barberos. Nos vamos a centrar
en la fabricación de tijeras.
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Fachada de la fábrica de tijeras
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En efecto, en 1942,
su dueño Pedro Martínez se dirigía a la Delegación de Industria de Santander
solicitando permiso, que le fue concedido ese mismo año, para fabricar tijeras
que, por aquel tiempo, era un material cuya producción nacional no cubría la demanda,
lo que se recurría a la importación de ese producto.
En Irún existía un
alemán de nombre Juan Wollmer que desde 1931 fabricaba cuchillas de afeitar
marca Palmera que, los que tenemos una edad, hemos utilizado. A partir
de 1940 amplió la gama de sus productos con artículos de manicura, cuchillería
y tijeras, también de la misma marca.
Palmera disponía de
su propio departamento de forja por estampación y en él se efectuaban las
primeras operaciones de forja de las piezas en bruto para tijeras a partir de
la materia prima, acero en barras con un contenido medio de carbono. Este
material se calentaba en hornos de carbón y seguidamente se le daba una primera
forma aproximada en martinetes por medio de golpes dados sobre un yunque plano,
se le llamaba forja libre, e inmediatamente se estampaba la forma
definitiva en martillos de forja. Esta técnica de forja combinada era muy común
en la industria vasca de la época para la fabricación de todo tipo de piezas.
(1)
Nuestro hombre supo
aprovechar la coyuntura de tener la fábrica Palmera relativamente cerca,
consiguiendo que le vendiese las tijeras simplemente forjadas, para realizar en Santander
el resto de operaciones que, como veremos, eran numerosas.
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Propaganda de las tijeras Palmera fabricadas en Irún. |
En Palmera llegaron a
trabajar del orden de 1.200 trabajadores hacia el año 1975, de los cuales 120
se dedicaban exclusivamente a la fabricación de tijeras, con una producción
diaria del orden de 5.000 a 5.500 unidades, de todos los tipos habituales en el
mercado.
PROCESO DE
FABRICACIÓN DESARROLLADO EN SANTANDER
Ya hemos dicho que
nuestro fabricante compraba las tijeras ya forjadas. A principios de los
cuarenta todavía se forjaba por estampación a mano, consistente en calentar el
material hasta hacerle más maleable y con martinetes y sobre un molde ir
forjando la pieza deseada. A partir de 1960,
aparecen las prensas hidráulicas y mecánicas que someten a la pieza, previamente
calentada, a una carga de compresión entre dos moldes, hasta conseguir la pieza
forjada deseada.
Tijeras
estampadas a compresión mediante prensa. https://www.portalmerceria.com/noticiasprincipal/palmera/palmera.php
Todas las labores
posteriores hasta la terminación total de la tijera se hacían manualmente
eliminando material sobrante hasta obtener la forma. Los acabados superficiales
deseados se conseguían utilizando amoladeras y pulidoras.
En las décadas de los
40 y 50 las poleas consistían en un disco de madera de 40 a 50 centímetros de
madera al que se adhería en su perímetro arena abrasiva por medio de una cola.
Esta labor se debía efectuar todos los días al final de cada jornada reponiendo
la arena desprendida durante el día al efectuar el trabajo.
De toda la tijera
solo se templaba el filo y para ello se introducía esta parte de la pieza en un
horno de sales tipo cuba, colgadas de sus ojos en un bastidor, y seguidamente se
enfriaban rápidamente introduciéndolas en aceite.
Todas las labores de
conformado de las piezas en bruto se efectuaban independientemente sobre las
hojas separadas unas de otras y finalmente se montaban, ya con las piezas
recubiertas de un baño de níquel.
Margon en Santander partiendo
de esa pieza forjada desarrolla hasta catorce operaciones diferentes hasta dejar
la tijera finalizada; desde eliminar rebarbas, taladrar, templar, revenir el
acero, niquelar, desengrasar, abrillantar, afilar y poner a punto. Un proceso
muy manual ejercido por verdaderos manitas.
Contaba con un motor
de 1 HP que se movía a 1.800 revoluciones por minuto, una transmisión de 6
metros de larga y un dínamo. Para los cobreados y niquelados de las tijeras
disponía de sendas cubetas de 40 litros cada una. Para ello utilizaba sulfato
de cobre y de níquel.
Disponía también de
una piedra esmeril, un taladro, cinco máquinas pulidoras para doble disco y 30
ruedas de filtros de diferentes diámetros para pulimentar el material. Lo
completaban tres tornillos de banco. Algunas tijeras las vendía directamente al
acero estampado, mientras las del barbero se comercializaban niqueladas.
Margón fabricaba
siete tipos de tijeras. Las de costurera iban desde tres y medio pulgadas hasta
seis y medio pulgadas, pasando por cuatro, cinco y seis con sus respectivas
mitades. Las de peluquero, las más grandes, eran de siete pulgadas.
Su capacidad de
producción media era del entorno de 80 docenas de tijeras en acero estampado y
otras 80 niquelas, al mes. Es decir, unas 1.920 unidades/mes, que equivalían a
unas 23.000 al año. Una producción modesta pero importante que cubriría la
demanda de la entonces provincia de Santander.
Cuadro
de modelos de tijeras fabricadas, precios de coste de las piezas forjadas y
precios finales (2)
Como observamos había
unos importantes márgenes entre los precios de compra de las tijeras
simplemente forjadas y las acabadas. Son márgenes que se sitúan en entorno del
250 %, en cada uno de los modelos, lo que quiere decir que los costes de las
operaciones realizadas por Margón en Santander eran elevados y las operaciones importantes.
Contaba con tres trabadores, incluido el propietario, que trabajaban a un único
turno de 8 horas diarias.
Margón se dirige a la Delegación de Industria, para que revisen el taller
de fabricación de tijeras. Año de 1942.(3)
NOTA
(2) y (3) Archivo Histórico Regional de Cantabria. Fondo de Industria.Caja 125.Carpeta 415.